Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

viernes, 22 de abril de 2016

En busca de respuestas


Seguimos con la entrañable Claire, quien se siente algo desubicada tras su pequeña aventura por las calles de Lon'thara


Es viernes, así que ya sabéis... 
Continúa Ecos del pasado. La semana pasada dejamos a una Claire algo perdida y con ganas de obtener respuestas (como seguramente mis lectores ^^). Muchos os preguntaréis quién es esa anciana... ¿tendrá alguna relación con ella?  


Venga, menos preguntar y más leer Ecos del pasado!


«Estaba segura de que pronto se conocería mejor a sí misma.»



 3. El amor de un hermano


(6º parte)


Pero también sabía que ya apenas había luz, y una joven perdida y sola en una callejuela totalmente aislada era una mala combinación. Volvió a dar media vuelta y ya la siguiente vez escogió la calle acertada. A la media hora logró llegar a la tienda de Dultas, quien la estaba esperando. 
  —Y bien, ¿te has dado una vuelta por el sitio? Veo que te has tomado tu tiempo. Estaba preocupado, no sabía dónde buscarte. —A pesar de la poca luz pudo percatarse de que Claire parecía haber estado enferma—. ¿Te ha ocurrido algo? No me digas que Odil… —La agarró por los hombros para sacudirla un poco pues le dio la impresión de que estaba algo atontada. Se imaginó lo peor—. ¡Por todos los dioses! ¡Te dije que no te acercaras a él! ¿No te dije que era un viejo depravado? ¡Juraría que te lo había dicho…! 
  —No… no tiene nada que ver con él. — Todavía le costaba tragar saliva, no se había recuperado del todo—. Me fui a dar una vuelta, me perdí y estuve todo el tiempo buscando el camino de vuelta. Eso es todo.
  — ¿Te perdiste? ¿No te cansas de perderte? ¿Por qué te fuiste por ahí sola sin mí? ¡Yo te habría llevado! —A Claire le extrañaba aquella reacción suya, no se esperaba que estuviera tan preocupado por ella. Le resultó agradable.
  —Dultas, gracias por preocuparte por mí, y lo siento, no pensé que fuera a perderme, de verdad. No volverá a ocurrir, te lo prometo. 
  Dultas soltó un largo suspiro.
  —Está bien, te creo. Al menos no te ha pasado nada, es lo que importa. ¡Ya me estaba planteando tener que buscar a otro ayudante! No sabes cuántas molestias supone eso.
  —Espera, ¿solo te importaba mi puesto de trabajo? ¿No yo?
  —Que no, mujer, era broma. Anda que eres muy crédula, con eso tienes que tener cuidado, a ver si te va a engañar alguien.
  —Ya… —Claire se hizo la ofendida pero en el fondo sabía que se había preocupado de verdad, se lo notó en la mirada.
  —Bueno… ya se hace tarde, así que vamos a casa, tengo tanta hambre que me comería un caballo entero. 
  Estuvieron todo el camino sin hablar ninguno, cada uno en sus pensamientos, hasta que Dultas empezó a hablar.
  —Gracias, por cierto. Por lo de hoy, ayudarme en la tienda. A veces me supone mucha carga y estoy reventado. Apenas lleguemos a casa tendré que irme de nuevo.
  — ¿Por qué? ¿A dónde vas? ¿Más trabajo?
  —No, no es por trabajo, es… sobre un asunto familiar. —Claire estuvo a punto de preguntarle si Derek también debía asistir a dicha reunión pero decidió dejar de hacer preguntas al respecto; algo le decía que no era su asunto—. ¿Sigues sin recordar nada?
  —Mis recuerdos… —Alzó la cabeza y miró la luna. Brillaba igual de hermosa que la noche anterior—. Ya he intentado buscar dentro de mí, pero nada resulta. —Decidió no contarle lo ocurrido en la callejuela, ni las voces que gritaban en su cabeza—. ¡Pero voy a buscar, eso dalo por hecho! Lo haré en mi tiempo libre.
  —No, Claire, no hará falta que lo hagas en tu tiempo libre. Mañana te doy todo el día. Y el siguiente. 
  — ¿En serio? —Claire tenía la boca abierta. A Dultas le hizo gracia, y le dio una palmadita en la cabeza.
  —Sí, pero no te emociones. Te daré menos días para trabajar, que sean… un día sí y dos no. ¿Te parece?
  — ¿Qué ya no trabaje hasta dentro de dos días? ¡Hecho!
  —Tampoco hace falta que te alegres tanto por no verme más.
  — ¡No! ¡Si me gusta verte! Bueno, no en el mismo sentido que tus amigas, bueno, no sé si son tus amigas, es decir… me gustas… ¡no, no me gustas! ¡No en el sentido que…! —Sintió el cuerpo de Dultas vibrar provocado por la risa, la cual tenía un sonido agradable. Era la primera vez que oía una así, o en todo caso que recordara. 
  — ¡No hace falta que me lo cuentes todo! Ya lo he entendido. —Dultas se pasó el dedo por el ojo para quitarse las lágrimas que le saltaban de la risa—. Eres… de verdad, una chica muy crédula. Me gustas. Y a mí en el sentido que crees. —Otra vez su sonrisa seductora. Claire entendió perfectamente lo que quería decir, pero no sabía cómo reaccionar. Todo iba muy rápido y el bermellón sobre sus mejillas no le ayudaba a buscar una respuesta ingeniosa—. ¡Ah! ¡Ya hemos llegado! Bien, bien, ¡a zampar! Espero que Derek haya traído las chuletas de cordero que le pedí. Ya verás, te van a encantar.
  Fue alegremente hacia el interior de la casa, desapareciendo al doblar la esquina de la entrada. Suspirando de alivio por no tener que afrontar la incómoda situación previa, Claire le siguió con pesadez pues se sentía muy cansada, había sido un día muy largo. Y mañana lo sería aún más. Ahora que sabía que tenía todo el día y el siguiente, iba a planearlo todo para ver en qué sitios buscar. Tal vez debería preguntarle a Dultas, aunque ahora que sabía que tal vez estuviera interesado en ella en más de un sentido le hacía sentir incómoda. El problema es que la otra alternativa no era mejor, pues hasta ahora Derek no había dado la impresión de ser muy hablador, y aún menos amigable. Pero debía intentarlo, solo sería preguntarle sitios importantes de la ciudad, o alguna persona que supiera sobre sucesos históricos, o cualquier otra cosa…
  La tripa le rugió con tanto ruido que se olvidó de todo para ir a comer el cordero. Con suerte Derek se habría sentido generoso y le habría reservado un plato para ella, esperándoles con los brazos abiertos y una cálida sonrisa, la chimenea encendida. Algo le decía que aquello era improbable, lo cual se confirmó al entrar y se congratuló con cierta amargura al saber que su instinto había supuesto bien; no había cordero preparado. En realidad, no había nada de cordero.
  — ¡Derek! ¡No me lo puedo creer!
  Dultas se dirigió al cuarto de Derek dando grandes zancadas. Aquello no presagiaba nada bueno.
  — ¡Una cosa! ¡Solo tenías que hacer una cosa!
  —Se me había olvidado por completo, lo siento.
  — ¿Y qué vamos a comer ahora?
  —Yo ya he comido. Hay gachas preparadas, creo que sobra algo. 
  — ¡Yo no quiero gachas, quiero mi cordero! —Dultas echaba humo por las orejas, no parecía muy contento.
  —Pues lo siento, mañana te lo compro, ¿vale? De nada sirve ponerse así.
  —Ya sé que no tengo que ponerme así, pero entiéndeme, Derek, esto empieza a cansarme. Sé que tu situación no es fácil, que a la familia le cuesta aceptarte, pero debes de aprender a adaptarte a las circunstancias, ¡madura!
  Claire no se atrevía a acercarse, no quería interrumpir aquella discusión. Al parecer Derek tenía problemas en el seno de su familia, y le costaba digerirlo. Igualmente aquello no era excusa para tal comportamiento. Ella no recordaba nada de su pasado, ni siquiera tenía familia donde ser aceptada. Y su actitud era ejemplar, o al menos eso era lo que ella pensaba. 
  — ¡Ya sé que…! Ya sé que mi actitud no es de las mejores y que debo cambiar, dame tiempo. Por favor, no me presiones.
  —Derek, no creo que te haya presionado ni un poco siquiera, he sido condescendiente contigo y te he permitido bastante, pero llega un punto en el que hasta yo me siento ofendido. ¡No me respetas en absoluto! 
  —Sí te respeto.
  —Pues demuéstralo. Mañana será tu última oportunidad para hacerlo, si no… tendrás que volver a casa de tu padre. 
  Claire se imaginó a Derek sentado en la cama sobre sus gruesas pieles y mirando a Dultas desde allí con sus penetrantes ojos argénteos.
  —Muy bien. Te mostraré que puedo esforzarme. Gracias, primo. —Dultas respiró hondo y soltó el aire muy despacio.
  —Pues empieza por venir a la cocina, poner la mesa, encender las velas y acompañarnos en la cena, aunque tú ya hayas comido. 
  — ¿Por qué no empleas a una criada? —Al parecer Dultas respondió con una mirada poco amable—. Hmpf. Vale, vale.
  Mientras los oía levantarse e ir hacia donde ella, Claire disimuló estar ocupada buscando las gachas o lo que fuera que hubiera de comestible allí. Los tres se pusieron juntos a preparar la comida en silencio, y se sentaron alrededor de la mesa. 
  Aunque fue algo extraña, la cena le resultó muy agradable, y la comida deliciosa aun siendo simples gachas. Incluso creyó ver a Derek escapársele una sonrisa de los labios. Tal vez no fuera tan mal chico. Al final se convenció de que lo mejor sería preguntarle a él al día siguiente lo que supiera sobre la ciudad. Estaba segura de que pronto lo conocería mejor. Y a sí misma.






Tras un momento de tensión, tocaba algo de diversión. Siempre me resulta relajante escribir sobre las disputas de los primos Vermonth ^^ 

Seguirá Ecos del pasado la próxima semana!



¡Un abrazo desde Lon'thara!




2 comentarios :

  1. Me esperaba leer lo que pasaba con la anciana y me saltas con una escena Vermonth, ¡me encanta y al mismo tiempo me desconcierta no saber lo que sigue xD! Veo posible salseo entre Dultas y Claire (en verdad no, tu ya sabemos con quien acaba tu Claire). Una escena muy cotidiana, con cierto misterio por el estado de Claire al llegar la tienda y bastante ternura en la preocupación de Dultas. Buen trabajo, como siempre :)

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    1. No podemos contarlo todo tan rápido, Jasp jaja Hay que esperar más adelante para saber qué pasa con la anciana... Y bueno, Dultas es incorregible, siempre tiene que estar tonteando con alguna, ¡Claire no podía ser la excepción!

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